Melisa Bogarin falleció este martes en Las Breñas, de un paro cardiorespiratorio que sufrió mientras defendía, frente a autoridades naciona...
Melisa Bogarin falleció este martes en Las Breñas, de un
paro cardiorespiratorio que sufrió mientras defendía, frente a autoridades
nacionales, su trabajo y el de sus compañeros dentro del programa Prohuerta. Tenía
30 años, una hija de uno y un marido, Germán Gonaldi, que también integra la lista
negra de trabajadores despedidos del gobierno de Mauricio Macri, él desde la
Secretaría de Agricultura Familiar (SAF).
Era comunicadora social y trabajaba desde hace más de ocho
años en el programa nacional ProHuerta, que promueve a través del INTA y el
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la autoproducción de alimentos para
familias de comunidades originarias, campesinas y rurales, en las zonas más vulnerables
de la provincia. Para que, los que no tienen nada de nada, puedan al menos vivir
de la tierra. O comer de ella.
Así, Melisa y sus compañeros del ProHuerta, honraban
todos los días este programa nacional, aprendiendo junto a las comunidades, su idiosincrasia
y cultura y brindando el asesoramiento y acompañamiento técnico, con las herramientas
estatales que estaban a su alcance. Para que a estas familias nos les falte un
plato en la mesa.
Lo hacía porque creía en su trabajo, en un Estado
presente para brindar oportunidades a los que menos tienen, a los invisibles, a
los que nacieron en esta misma tierra pero sin los mismos derechos. Y estaba
convencida de que la comunicación es un derecho humano, un derecho que ella,
desde su lugar, les podía y quería devolver. O al menos eso intentaba, con
pasión, convicción y compromiso.
Con ese compromiso logró realizar talleres de formación
para niños y adultos; impulsar una red de radios escolares rurales y gestionar en
las escuelas su instalación; elaborar
proyectos escolares para organizar a los campesinos. Y construir un manual con
estos procedimientos que sirva de modelo para que puedan ser replicados en todo
el país.
Pese a esto, aunque desde ATE estamos convencidos de que
es más bien por esto, que Melisa y sus compañeros se sumarían a los más 30 mil
trabajadores despedidos del gobierno nacional en todo el país, número
aproximado que se va incrementando con las horas. Por amar su trabajo, por creer
en él, por defender un Estado inclusivo y solidario. Por luchar, desde el
Estado, por la dignidad de los más humildes. Por hacer la diferencia.
Hasta ayer, cuando en una reunión con autoridades nacionales
se descompuso luego de escuchar los argumentos que con perversa liviandad esgrimían
los funcionarios frente a los despidos masivos. Aludiendo que los trabajadores
deben ser el material desechable de cada gobierno.
Bajo esa política, su contrato de renovación anual automática,
había sido extendido sólo por tres meses y su despido era inminente, al igual
que el de otros 232 trabajadores del ProHuerta en todo el país. Corría la misma
suerte que su marido Germán, despedido de la Secretaria de Agricultura
Familiar. Les había sido otorgado el año pasado un crédito Procrear para la
primer vivienda.
Melisa Bogarín murió defendiendo su dignidad laboral y el
Estado en el que creía. Murió viendo agonizar su proyecto de vida y el futuro
de su hija.
Murió de frente a los responsables de su muerte,
ninguneada y basureada por las autoridades del gobierno de Mauricio Macri. Por
la política neoliberal, que mata de hambre, de falta de oportunidades, y apuntando
bien directo al corazón de los trabajadores.
El macrismo mata, porque cuenta con la complicidad de la
hipocresía, la indiferencia, la apatía y principalmente la ignorancia.
LUTO Y JUSTICIA POR MELISA
Por eso, en memoria de Melisa, en acompañamiento a Germán
y su familia, Invitamos a colocar algún símbolo de Luto
(cinta negra, cartel, flores, velas) en todas las oficinas estatales y exigir
el cese de la persecución y violencia ejercida por el gobierno nacional contra
los trabajadores.
No queremos lamentar otra muerte, exigimos justicia por
Melisa y la condena de los responsables. Su muerte, no fue un accidente, no fue
una tragedia, fue evitable, como todo el mal que está haciendo sobre el pueblo
argentino el gobierno de Macri.
Nosotros, seguiremos reivindicando su compromiso por la
equidad y la justicia social, por su
memoria, por sus sueños y su familia, transformaremos este dolor en lucha.
Nos prometieron la revolución de la alegría, y nos están
matando de tristeza.